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Runas su história
Las runas no son meros artilugios predictivos, ni mucho menos una moda pasajera. Su origen se remonta a épocas remotas de la historia, o mejor dicho, de la prehistoria, a un tiempo en el que la magia imbuía la realidad y el pensamiento humano aún estaba conectado, por medio de la intuición y el inconsciente, con la naturaleza y el cosmos. La historia da fe de que fueron utilizadas durante siglos por etnias muy diversas, de que eran parte de la vida cotidiana y también de que evolucionaron y fueron perfeccionándose en contacto con las distintas culturas.
Están estrechamente vinculadas a la historia, a la antropología, al inconsciente colectivo y a algo tan trascendente como es el nacimiento de la escritura y el descubrimiento del poder del lenguaje.
Los signos rúnicos que utilizamos actualmente constituyen una especie de alfabeto denominado futhark. Igual que los términos <<abecedario>> y << alfabeto>> proceden de secuencias de letras ( a-be-ce y alfa-beta, respectivamente), el término futhark( alude también a una secuencia de letras ( feoh- uruz-thurisaz, etc), sólo que éstas aparecen ordenadas de manera distinta a la latina y a la griega.
El futhark ( en realidad, habría que decir <<los futhark>>, ya que existen distintas variantes), es de hecho el primer alfabeto conocido por muchos pueblos europeos y no europeos. Y este hecho reviste gran importancia, ya que algo tan cotidiano como es actualmente la escritura supuso, para las culturas que ahora consideramos << primitivas>>, un enorme paso hacia adelante en la evolución.
Descubrir la escritura ha sido para la humanidad más relevante que descubrir la rueda o el fuego. El homo sapiens sapiens que escribe es un nuevo peldaño o eslabón en la cadena evolutiva. Por eso, la escritura fue siempre un privilegio reservado a las autoridades religiosas políticas. Sólo los que habrían demostrado ser merecedores de un poder tan enorme como el de convertir en eterno lo efímero, tallar con palabras la realidad y labrar su pensamiento en las rocas inmortales tenían acceso a la escritura.
Ahora bien, las runas no fueron letras hasta una época relativamente tardía. A medida que los pueblos germánicos fueron tomando contacto con otras antiguas culturas europeas ( como los etruscos) fueron dándose cuenta de que estos símbolos sagrados también podían utilizarse para representar fonemas. Esto es, para representar los sonidos que forman las palabras que utilizamos al hablar.
Hasta entonces, su significado era aún más transcendente desde el punto de vista antropológico. Fue un dios germano el que se autoinmoló ( como muchos dioses venerados por otras religiones) para alcanzar el conocimiento, la sabiduría plasmada y repartida en signos que ya existían incluso antes de que existieran los dioses, y transmitírselos, en última instancia, a los hombres.
Estos símbolos místicos y mágicos ( las runas) encarnaban las distintas fuerzas de la naturaleza, y también los arcanos que mueven las almas y el cosmos, desde lo que ahora llamamos el Big Bang hasta el amor. Aquellos dioses o fuerzas elementales hablaban a través de ellas con los hombres para darles consejos de forma interactiva, a veces los ayudaban a luchar por la vida y otras veces a a alcanzar la sabiduría, la revelación: el supremo regalo, ya que el conocimiento es la vida y la prosperidad del alma. Puede que ahora suene un tanto fantástico hablar de dioses y mitos.
Pero la concordancia entre religiones y las cosmogonías más distantes de la Tierra parece confirmar la teoría del inconsciente colectivo. Sí, parece que los hombres primitivos intuyeron de algún modo la creación ( o la evolución, en términos, si se quiere, más científicos). Hay una gran verdad contenida en nuestras mentes- tal vez también en nuestros genes- y común a toda la humanidad. Grandes verdades nos esperan aún en el fondo de nuestras mentes.
Es una forma de revelación, un contacto con la secreta pero auténtica lógica que subyace a todo fenómeno, ya sea material o espiritual.
Y, precisamente en estos tiempos de tecnología y alienación, tal vez nada nos sea más necesario que retomar aquel conocimiento- contacto intuitivo con la naturaleza y el cosmos, con los arcanos, recupera esa fuente de sabiduría ancestral.
¿Qué son las runas?
Estudiando la historia de las distintas lenguas indoeuropeas, los expertos han descubierto que el término <<runa>> está emparentado semánticamente con los conceptos de <<sabiduría>>, <<rumor, susurro>> y <<secreto, misterio>>, y han llegado a la conclusión de que el origen de esta palabra sería la raíz sánscrita <<ru>>, que significaría <<misterio>>.
De todo esto se desprende que los primitivos usuarios de las runas las consideraban un susurro de los dioses, un lenguaje secreto de sabiduría utilizado por los sacerdotes y magos para comunicarse con la divinidad, y que probablemente cada runa fue, en su origen un ideograma creado por un chamán primitivo en un momento de iluminación con el fin de plasmar los primeros conceptos y las primeras nociones abstractas de la historia.
Aunque las runas que usamos en la actualidad son literales, es decir, que son letras (entre otras muchas cosas), se sabe que en su origen no lo eran, ya que los antiguos germanos aprendieron la escritura alfabética de los etruscos( que a su vez la habían aprendido de los fenicios), en épocas bastante tardías. No obstante, existen abundantes inscripciones pre-rúnicas que datan de épocas realmente primitivas, y se sabe a ciencia cierta que las tribus germanas las usaban en magia y adivinación antes de conocer siquiera el concepto de <<lengua escrita>>.
La historia de las runas está llena, en efecto, de misterios fascinantes. Muchas de las runas actuales proceden claramente del alfabeto fenicio, como nuestras letras latinas, lo que parece indicar que, simplemente, fueron importadas de los etruscos por los mercaderes germanos. Pero curiosamente, también están documentadas en inscripciones germanas muy anteriores a la época en que se produjeron los primeros contactos y viajes a la Europa meridional.
Y lo más misterioso y fascinante de todo es que muchos de esos signos también fueron utilizados por todas las culturas humanas primitivas, desde la sumeria hasta la cherokee, por citar sólo dos ejemplos, aunque no existe ninguna posibilidad de que se haya producido jamás el menor contacto entre dichas culturas.
La runa kaunaz, que se escribe como el signo << menor que>> ( < ) y representa una k, es claramente una k sin la línea vertical o una c grabada en materia dura con instrumentos cortantes, pero a su vez está documentada en misteriosas inscripciones antiquísimas de la Europa septentrional, y es muy común en la pintura rupestre de cualquier cultura humana.
Sea como fuere, lo que está claro es que las runas están cargadas de significados, son realmente antiguas y, como su propio nombre indica, encierran y ocultan<<misterios>> y << secretos>> que se pierden en la noche de los tiempos.
Llamamos runas a un juego de 24 fragmentos de madera o piedra con un signo misterioso grabajo y/o pintado en cada una. Estos juegos de runas se utilizan en adivinación, como alternativa al tarot, desde la década de 1980. Sin embargo, las runas son mucho más que eso. En realidad, las runas no son las piedras en sí, sino los símbolos que se graban o pintan sobre ellas, y existen desde hace milenios.
En su dimensión gráfica, estos signos son ideogramas, esto es, representaciones simbólicas de conceptos abstractos, pero también representaciones esquemáticas de diferentes flujos de energía. Por otra parte, también son palabras, es decir, nombres de cosas que pueden evocarse tanto viéndolas escritas como oyéndolas pronunciar. Y además, son letras, es decir, representaciones de sonidos con un valor intrínseco en mágia, y caracteres que sirven para transcribir frases enteras y nombres, convirtiéndolas en conjuros.
El alfabeto rúnico se denomina futhark, porque sus ocho primeras letras representan los sonidos correspondientes a nuestras f,u,th (la z de <<zapato>> castellana peninsular), a,r, y k. Por razones que se pierden en la noche de los tiempos, el orden de las runas es tan preciso como el de nuestro abecedario, pero no coincide con él, y debe ser respetado si se desea que las runas no pierdan su fuerza mágica.
Además, al escribir el futhark hay que dividirlo en tres líneas llamadas aettir ( singular, aett), cada una compuesta por ocho caracteres, pues cada grupo de ocho- un número mágico en la religión asatrú-está regido por un dios o fuerza cósmica diferente. La división en aettir es, además, imprescindible a la hora de codificar las runas.
Existen numerosas variantes históricas del futhark, cada una con una diferente distribución geográfica, pero las más antiguas y el origen de todas es el llamado futhark germánico antiguo, que es el que utilizamos principalmente. Las runas no predicen el futuro, ya que la cultura en que se gestaron no creía en la predestinación. Las runas, incluso cuando son utilizadas como herramienta de adivinación, nos ayudan a conectar con nuestro inconsciente para recuperar la sintonía con el cosmos y volver a sentir y a vivir de forma armónica. O, dicho de otra manera, más <<científica>>: representan arquetipos y, por lo tanto, nos ayudan a ver nuestros propios problemas, e incluso nuestros propios sentimientos, << desde fuera>>.