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Lilith natal por casas

Lilith-Priapo por casas

Lilith en Casa I – Príapo en Casa VII

La promiscuidad de Lilith se percibe aquí como una tendencia del individuo a manifestarse a través de registros sorprendentes y chocantes. Como si fueran artefactos que la persona puede diseñar libremente, la imagen que proyecta tiene el potencial de inventar continuamente personajes. Podría tratarse de un juego en el que el pudor implantado en la infancia es desafiado y transgredido en la madurez sistemáticamente por la propia persona y por las situaciones creadas por ella.

De este modo, a la que ve que repite un comportamiento que la encasilla, hace surgir desde el infante juguetón que lleva dentro una gama diferente y todavía más sorprendente de registros. Sin embargo, esta capacidad puede tener una repercusión igualmente chocante. Tanto si la persona reprime su niño interno como si lo libera, siempre causará en los demás una división de opiniones.

Sin embargo, y puesto que Lilith no se vive de la misma manera según la edad, quienes la tienen en Casa I experimentaron una infancia en la que fueron estigmatizados o condenados a no tener una personalidad con la que protegerse del mundo externo adulto. O, lo que es lo mismo, una falta de habilidad para adaptarse al entorno. Posiblemente esta falta no sea una carencia, sino una señal de disconformidad hacia el mundo y a la forma en cómo se construyen los vínculos emocionales en el marco de las relaciones ordinarias.

Desde este punto de vista, la Lilith de un niño se manifiesta en forma de atonía expresiva, secretividad, repliegue o tristeza, como si le hubieran robado algo difícil de definir, pero de vital importancia para el relieve de su autoexpresión. Todo ello se traduce en una atonía en los contenidos y en la forma de articular sus relaciones. Posiblemente, en esta fase inicial, las relaciones fueron de todo menos nutricias.

Cuando el potencial promiscuo de Lilith no se expresa, son los demás los que lo experimentan con respecto a uno. Así, pues, una persona reprimida, siendo forzosamente leal y fiel, puede estar convocando personas que le resulten desleales e infieles. En una etapa más avanzada, en la que la excentricidad interna ha sido asumida, la persona acepta la temporalidad tanto de los personajes internos que ella encarna, como de los personajes externos que ella atrae.

Así, pues, la comprensión luminosa consistente en aceptar y vivir gozosamente la volubilidad propia y ajena, convierte al sistema de vida de la persona en algo verdaderamente estable y feliz. Es entonces que puede descubrir que lo que mueve y hace evolucionar no son los códigos sino la emergencia del niño interior que todos llevamos dentro y que, con Lilith en Casa I, se experimenta como un juego cuyo principal artefacto es la propia personalidad.

Lilith en Casa II – Priapo en Casa VIII

Para quien tiene a Lilith en Casa II, esta posición es un aviso de un desacuerdo entre la obtención de satisfacción y lo que defiende como valor. El enfado interior atenta aquí contra los propios intereses sino ha habido un pacto entre el mundo de los adultos- normas y cánones moralmente correctos- y los restos del mundo infantil que todavía quedan vivos en la psique.

Como si la persona no supiera o no se atreviera a saber qué es lo que necesita, prefiere optar por plantear unas necesidades que encajen dentro de una norma. Sin embargo, el niño interior, representado por Lilith, saboteará estos intentos si no son armónicos con necesidades e impulsos más profundos.

El malestar interior, difícil de encontrar su causa en un primer momento, refleja un estado de insatisfacción infantil no atendido. Es posible, incluso, que en un atisbo acerca de ello, se pueda sentir pánico o rechazo y una acabe negándose a si mismo el propio derecho a la felicidad y a la calma interior por buscar refugio en valores comúnmente aceptados. Sin embargo, por falso, con este atrincheramiento lo que se consigue es agudizar la insatisfacción y trasladar al mundo exterior la trifulca interior.

En efecto, esta expresión primeriza de inaceptación de los propios valores puede provocar, a través de Príapo en Casa VIII, una visión crítica y cáustica de los usos sociales y (pseudo) valores que se exhiben como auténticos. Así, pues, en este eje se desarrolla una gran sensitividad hacia la hipocresía contenida en las normas sociales que parecen regir el comportamiento de los demás ante los propios ojos.

Sin embargo, esta sesitividad no es objetiva, sino que es una visión de la propia insatisfacción proyectada sobre el mundo exterior. Así, pues, la personase enzarza y pone más energía en percibir y tildar las motivaciones de los demás, que en captar que en el propio interior subyacen unas necesidades excéntricas o prohibidas, tildadas como caprichos, según los códigos con los que fue educada, pero que piden ser satisfechas con todos los honores.

Sin embargo, el gran hallazgo es que, cuando la persona acepta la rareza e inclasificabilidad de sus legítimos caprichos y necesidades y los satisface, entonces entiende mucho mejor y más amorosamente los usos, motivaciones y costumbres que hasta entonces criticaba en los demás. Cuando la persona, entre la mortificación el remordimiento o la autoestima, se decide por esta última, es entonces cuando transmite a los demás espontaneidad, frescura y encanto. Y eso es así hasta tal punto que hasta puede desafiar incluso los códigos más progresistas, tomando como un juego las respuestas censuradoras de los demás.

La vía de liberación de este eje no es otra que llegar a percibir, en uno mismo y en los demás, que el único valor permanente que merece defenderse es el amor y el respeto por si mismo y por los demás dejando de lado las trifulcas internas que genera la discordancia entre lo que el código determina como apropiado y la fuerza de los caprichos internos.

Así, alejándose de toda creencia o juicio acerca de uno mismo o de los demás, se consigue un nivel de comprensión radiante y una satisfacción que fortifica profundamente la autoestima, aunque para llegar en este nivel de riqueza haya habido que pasar por algún episodio agudo de ruina material, moral o afectiva, lo cual no era otra cosa que síntomas de una transformación consistente en sustituir unos valores superficialmente correctos, y de apariencia honorable, por otros verdaderamente esenciales y primigenios, los cuales fueron tildados como caprichos despreciables cuando en realidad no lo eran.

Lilith en Casa III – Príapo en Casa IX

La Casa III es la de la comunicación, lo cual incluye tanto lo que se llega a decir como lo que sobrepasa o no llega al nivel de lo explícito. Además, el lenguaje lo forman gestos, silencios, señales y reacciones que hablan por nosotros tanto o más que nuestra intención consciente explicada con las palabras. Es, pues, la comunicación, en sentido amplio, el canal telúrico a través del cual Lilith se expresa. Sin embargo, es a partir de la palabra, la cual actúa como polea de transmisión entre lo interno y lo externo, que podemos tomar conciencia de nuestros pensamientos, sentimientos, trifulcas y anhelos.

Así, pues, el enfado interior puede verse manifestado a través de un discurso que niega lo que su propio usuario desea. La tendencia al boicot de uno mismo es el síntoma de que hay un foco emocional con el que no se está bien. Las palabras que se usan para definir los propios anhelos y la identidad, encuentran en Lilith en Casa III un foco de inconformismo que puede dejarse notar en forma de cinismo, mordacidad, autocrítica y un rechazo patológico a todo lo que sean definiciones, las cuales se viven como cárceles.

Esta fobia a la definición, tanto de la que uno hace de sí como de la que otras puedan hacer, podría tener su antecedente en una falta de comunicación acaecida en el seno familiar en los años de infancia, o en una conceptuación menospreciativa que ha condicionado del desarrollo del propio potencial o identidad. Un ejemplo de ello son las contradicciones y agravios comparativos que se experimentaron en el trato con los padres, vecinos y compañeros de colegio.

Entre las personas con Lilith en Casa III es bastante común encontrarnos con que en la infancia y, en especial, en la primera socialización, la que acontece cuando el niño pasa de la esfera familiar al ámbito escolar, se hayan experimentado burlas, comparaciones o comentarios despectivos acerca de las propias (in)capacidades, con el consiguiente entorpecimiento de la desenvoltura social. Más adelante, en la edad adulta, el enfado interior se manifestará como un rechazo a toda comparación, un inconformismo ante las etiquetas, las cuales se suelen vivir como restricciones que dificultan el desarrollo del potencial comunicativo.

Una de las manifestaciones de Lilith en Casa III acontece cuando la persona, al hablar de sus motivaciones, anhelos y expectativas, cae en contradicciones que invalidan su discurso. Sin embargo, el discurso no se puede evitar porque es gracias a él que tomamos conciencia del estado actual de nuestra discordancia interna.

El uso de las palabras ayuda a comprobar si las contradicciones responden a un enfado o se trata de una búsqueda más profunda que va viendo cómo el discurso queda obsoleto nada más pronunciarse. Tanto si se trata de la trifulca del niño enfadado o del inconformismo de un investigador, el rédito posterior se traduce en una agudización de la capacidad para captar mensajes más allá de la literalidad de las palabras.

Es entonces que en ellas se empieza a percibir un valor simbólico que delata la realidad emocional que se esconde detrás de un argumento y lleva a captar realidades más profundas escondidas. Así, pues, la persona pasa de vivir esclava de las palabras que otros pronunciaron a convertirse en experta en descifrar el pensamiento del cual emergen. Como éstas fueron la primera manifestación de un foco de conflicto, se hace necesario, pues, trascenderlas con el fin de captar qué registro interior es el que quiere realmente hablar y qué quiere decir.

La percepción de este registro implica evacuar los enfados y los restos de viejos agravios hasta ir alcanzando una mayor ecuanimidad en lo que se dice y en lo que se escucha. A partir de aquí percibiríamos el potencial que alberga la posición de Príapo en Casa IX: no tomar la palabra ajena como una verdad sino como una opinión más que ayuda a conocer el fondo de quien la pronuncia.

Efectivamente, la peculiar forma de comunicar de quien tiene a Lilith en la Casa III, proviene de su forma de escuchar. La razón del enfado interior tiene su origen no tanto en lo que escuchó como en su formidable sensitividad ante gestos y palabras, especialmente a las que le resultaran hostiles y despectivas. Esta sensitividad subsiste hoy en forma de perspicacia y percepción sagaz del discurso ajeno. Si el conflicto lilithiano no está resuelto, nuestra lectura de la realidad será deforme, inexacta y paranoide. Si lo superamos, nuestra capacidad de observación crece y atina certeramente.

Desde esta tesitura, la persona establece relaciones de gran complicidad con el entorno. Como si se tratara de una relación íntima armoniosa, el potencialmental de la persona se va reflejando en acontecimientos próximos. Así, pues, el lenguaje, como portavoz de este potencial, una vez se han superado las interpretaciones respectivas y juicios derivados de viejos agravios, se convierte en atractor de información privilegiada y encuentros que, aparentemente casuales, no son otra cosa que reflejos de la transformación generada desde el interior.

Lilith en Casa IV – Príapo en Casa X

Una de las sensaciones más comunes entre quienes tienen a Lilith en Casa IV gira en torno a la ausencia de contacto profundo y auténtico con la familia, y más concretamente, con uno de los progenitores. También puede darse el caso contrario: un contacto muy significativo con el padre o con la madre que quedó abortado debido a complicaciones sistémicas habidas en la familia. Estas disfunciones pueden ir asociadas a la creencia de que un secreto familiar ha podido interferir negativamente en la cohesión emocional del grupo y, por lo tanto, en el lugar que uno ocupa en él.

Sin embargo, esta sitación puede ir acompañada de síntomas más tangibles como, entre otras, una falta de cariño o sensación de exclusión; desunión familiar que se percibe más allá de las apariencias; dramas o duelos no resueltos; sensaciones de pánico o dolor vinculadas a lugares significativos en los que se desarrolló la infancia; y, mas comúnmente, un sentimiento íntimo de desatención emocional que acompaña a la persona de muy diversas maneras.

De entre éstas, y puesto que estamos hablando de un eje, hay algunas que actúan, cual reflejo, en el área que refiere a la carrera profesional y ubicación social del nativo. Así, pues, quien tiene esta posición astrológica puede llegar a desarrollar una fuerte necesidad por alcanzar el reconocimiento profesional o poder social con el que compensar aquella carencia primigenia.

Sin emgargo, una situación así, por disfuncional, puede llevar a la persona a la frustración en esta área, entre otras cosas porque no es en este ámbito en donde el reconocimeinto, de producirse, puede resultar catártico. Es obvio, pues, que no puede haber ubicación social o profesional que satisfaga puesto que no es aí en donde uno encontrará la caricia anhelada. La redención del enfado interior acaecerá en la esfera privada. Sólo desde la concordia y la paz la persona puede captar claramente que lo que le puede dar reconocimiento social es el desarrollo de una vocación de servicio y no un ajuste de cuentas que sólo puede saldarse en la esfera íntima.

El reconocimiento a la propia competencia en la vida adulta es el equivalente a lo que para un niño sería un abrazo, una carencia, un regalo y, muy especialmente, el respeto a sus característica, a sus sentimientos y la aceptación incondicional de su persona por sus padres.

Cuando este factor presenta carencias, ausencias o resulta disfuncional, la persona huye de los vínculos íntimos como forma de reclamar atención. Se dice que los niños prefieren ser castigados que ignorados. Este mismo supuesto llevado a la edad adulta , puede verse representada en actitudes elusivas, hostiles o desconfiadas hacia los vínculos emocionales con los demás y la consiguiente preferibilidad a poner atención sobre asuntos laborales o profesionales como forma de evitar el vacío y la soledad.

Sin embargo, como hemos indicado, la satisfacción no puede venir de esta escapatoria, entre otras razones porque se repetiría el patrón familiar causante del enojo, sino por una paz sellada en lo más profundo que restituya la confianza y ponga a cada quien y a cada asunto emocional en su lugar real. Sólo desde esta perspectiva es posible conseguir el bienestar.

Si uno alcanza sentirse acompañado sin dejarse azorar por aquella antigua desconfianza, podrá contemplar que los logros en la esfera de intereses profesionales sobrevienen sin esfuerzo. A partir de ahí cesarán las envidias, los celos, las presiones y los sentimientos de exclusión y soledad para dar lugar al gozo de ser, estar y percibir que lo que los demás esperan de uno es justamente lo que más se desea dar.

Lilith en Casa V – Príapo en Casa XI

Suele atribuirse a esta casa el ámbito de los hijos, del juego, de la creatividad y de la pedagogía orientada al disfrute. Estos mismos contenidos pueden interpretarse tanto por activa como por pasiva. Por activa: cómo activamos nuestra creatividad; si cuidamos de ella, cuál es uestro talento, cómo tratamos a nuestros hijos y a sus talentos, si participamos con los niños en sus juegos y si promovemos su disfrute contagiándonos econ ellos.

El niño que todavía somos, y seguiremos siendo, pide situaciones en las que seguir desarrollándose. Sin embargo, no siempre puede haber una actitud congruente con ello. Podemos ser exigentes prematuramente con los niños, esperando de ellos una excelencia a nuestro gusto y proyectar sobre ellos un plan que traba su disfrute y el nuestro.

Tal exigente expectativa puede comportar la muerte de la espontaneidad, el gozo y la niñez misma. Sobre ello hay ejemplos de padres – quizás los nuestros- que convirtieron el talento de sus hijos en esclavitud que cercernó y convirtió en obligación lo que podría y debería haber sido gozo llano, simple y compartido. Aquellos niños -quizá nosotros-, ya de mayores, abominaron de su propio talento puesto que éste quedó asociado a una exigencia de satisfacción paterna. Con este anclaje, o bien rehusaron seguir desarrollando su capacidad creativa – como forma de proyectar su enfado contra sus padres- o bien decidieron hacerse pasar por incapaces debido a la tensión que la exigencia les creaba.

Por pasiva: la casa V puede ser vivida como defensa ante las presiones que las expectativas que el mundo adulto royectó sobre nosotros. Desde esta perspectiva, podemos comprobar cómo con Lilith en casa V uno se sabotea a sí mismo al identificar el goce con la obligación de responder a las necesidades de los demás. A menudo, este rechazo se manifiesta como miedo escénico.

No es e extrañar que con esta posición se malverse la propia creatividad calificándola como inepta o preocurando que se mantenga fuera de la percepción de los demás. Es como si la persona prefiriera, para poder mantener y preservar el gozo de vivir y crear, mantener en secreto sus procesos creaivos o negarse a mostrarlos por considerar que no son buenos; o, lo que es peor, sepultar su creatividad.

Desde esta perspectiva, la posición de Príapo en casa XI nos puede ayudar a entender que la represión de aquel gozo, que brotaba naturalmente en nuestra edad más tierna, puede haberse convertido en una avinagrada respuesta ante los actos creativos de los demás. Una persona que no haya hecho una conciliación con su propia infancia y con su espíritu de nió, puede convertirse en una crítica acerada e hiriente de la cretividad y espontaneidad de los demás, buscando en ellos razones con las que argumentar la incompetencia que cree padecer. En realidad, toda argumentación crítica con que fue tratada aquella espontaneidad infantil.

La represión de la creatividad puede dar lugar a una tergiveración de la propia espontaneidad y a una conversación de lo que podría ser sencillo y gozoso en imposible o doloroso pasatiempo como, por ejemplo, el juego compulsivo. Esto es algo que también se puede advertir en los romances y en la gestión de la conducta cuando se experimenta atracción hacia otras personas.

Con Lilith en casa V es posible generar sueños sobre un amor que, pudiendo ser posible, se vuelve imposible debido a una resistencia a mostrarlo; o en apostar por él como si se estuviera en un casino a la espera de fortuna que arregle una vida emocionalmente insatisfecha. De este modo, en situaciones así, al temer una respuesta negativa por parte de las personas de las cuales se espera reconocimiento, aquellas necesidades elementales acaban convertidas en un jeroglífico emocional.

En realidad, el foco no debería estar en la búsqueda de una respuesta positiva de los demás hacia nosotros, sino en restaurar el juego perdido. Seducir a los demás para obtener su aprobación como vía para recuperar al niño creativo puede ser una fuente de lamentaciones o de crítica hacia ellos si no obtenemos la satisfacción anhelada. Descubrir que el objetivo de la creatividad no está en los otros sino en el sencillo y elemental placer de ejercitarla, no sólo abre las puertas de las excelencias inconscientes, sino que, también, mejora sustancialmente nuestra relación con los demás.

Lilith en Casa VI – Príapo en Casa XII

El desajuste entre el niño interior y el mundo adulto que pueda permanecer en nosotros, se manifiesta aquí a través de una peculiar relación con los puntos de referencia materiales en los que se desenvuelve nuestra vida. Estos referentes conciernen directamente a los cuidados necesarios para que la logística cotidiana pueda funcionar eficazmente y con fluidez.

De este modo, de una persona que tuviera a Lilith en Casa VI podríamos observar alguna actitud saboteadora referida a su eficiencia en el trabajo y en la asunción y culminación de tareas, en el cuidado corporal y en aspectos relativos a nutrición y salud. Sin embargo, pueden darse situaciones de virtuosidad aparente en estos campos, mientras en el currículo de la persona percibimos una tendencia a frustrar el éxito y el bienestar aunque estos actos no estén cometidos con conciencia dolosa.

El factor clave primordial está en la relación con el propio cuerpo, la cual actúa como modelo que va generando réplicas sobre el resto de plataformas materiales: en la casa en la que uno vive, en el trabajo que desempeña y la forma de ejercerlo, en los actos concretos en los que participa e, incluso, en la relación con los cuerpos de los demás.

Así, pues- como si los actos a él orientados fueran tomados como un oráculo de actitudes inconscientes-, la forma de cuidar y alimentar (o de descuidar y desnutrir) el propio cuerpo va generando modelos replicantes sobre los demás asuntos y plataformas mencionadas. La cuestión aquí es captar cómo una persona puede haber convertido su cuerpo ( y demás plataformas) en campo de batalla en donde los antagonistas en lucha son el anhelo de amor y la protesta por su carencia y falta de respeto por lo que uno es.

Dicen los pediatras que un niño prefiere antes ser castigado que ignorado y que, para ello, hará los posibles para provocar las iras de sus padres antes que sufrir el silencio o indiferencia. Ello explicaría cómo la enfermedad, la autoagresióno boicot laboral (mobbing y automobbing) pueden ser formas crípticas de advertir al entorno de la necesidad de atención amoroso.

Sin embargo, con Lilith en Casa VI sucede que la capacidad para reclamar la atención actúa sin control, como si la persona quisiera pasar desapercibida, aplicando en primera persona aquel patrón negador con el que se sintió tratada en la infancia. Sin embargo, desde el inconsciente emocional llega al cuerpo aquella batalla que desde el consciente se pretende silenciar. La liberación de los contenidos de Lilith en Casa VI pasan por aceptar y manifestar el conflicto y liberar el cuerpo y al sistema de vida de tanto desgaste.

La posición de Príapo en Casa XII monitoriza el proceso puesto que pone en evidencia hasta qué punto los sueños, tanto los que se tienen durmiendo como despierto sirven para eternizar la batalla interior o, por el contrario, para liberarse de ella y alcanzar la paz. Así, pues, en una fase no evolucionada, Príapo se manifiesta a través de sueños de amor y reconocimiento tan infantiles que resultan imposibles de ser vividos y compartidos. Los anhelos de amor incondicional, ante la imposibilidad de verse realizados, aterrizan en el plano físico en forma perturbadora hasta el punto de generar enfermedad, odio o distorsión de la propia imagen corporal. Es un circuito que se realimenta.

En una fase más evolucionada, este eje promoverá un vaciado de las fantasías afectivas hasta facilitar la comprensión de que el primer obeto de amor a conquistar es el propio cuerpo, desde el cual todo vibra y se proyecta externamente. Así, pues, las demás manifestaciones de Lilith en Casa VI son la consecuencia de un modelo de percepción corporal que se va haciendo más adecuado según se va evolucionando.

Tanto la forma de cuidar del hogar como la forma de concluir tareas son reflejos de esa transformación. El mimo con el que uno trata su cuerpo se transfiere al placer de cuidar de los asuntos concretos. El objetivo evolutivo de este eje es que la persona deje de huir imaginando que tiene un cuerpo distinto del que en realidad tiene. Conquistar la propia imagen hace que ésta resulte cada día más agradable.

Ello hace del cuerpo un instrumento crecientemente bello que promueve actos y encuentros igualmente bellos y conciliadores.

Lilith en Casa VII – Príapo en Casa I

El campo de batalla que se libra en el inconsciente personal se traslada, con LIlith en Casa VII, al ámbito de la relación con el otro. Alianzas y compromisos establecidos con las normas del mundo adulto pueden quedar fácilmente subvertidas si no se contó con el niño que se lleva dentro. A menudo tales alianzas y las características de las personas con las que se establece la relación se confunden como si se tratara de una sola cosa, de tal manera que resulta muy fácil ver reflejadas en ellas las anomalías procedentes de la relación interna entre el yo adulto y el yo infantil. Sin embargo, es interesante tomar conciencia de este matiz.

La Casa VII es un espejo. Lo que vemos en él está muy modelado por nuestro estado. Si en éste concurre una desavenencia entre partes de nuestra vida, se traladará al mundo externo en una peculiar forma de establecer alianzas, descuidando ciertos aspectos que pueden ser cruciales para el equilibrio y viabilidad de la relación. Estas alianzas, si pasamos por alto nuestro lado más inmaduro- nuestro yo infantil no aceptado-, pueden acabar atrayendo un tipo de personajes que, como si fueran espejos nuestros, acabarán mostrando su lado infantil y caprichoso o subvirtiendo y traicionando la relación. En realidad tal actitud puede estar reflejando características nuestras que acaso no han alcanzado el reconocimiento consciente.

Con Lilith, la actitud de los demás es vicaria de ciertas actitudes o motivaciones no reconocidas en uno mismo. Así, pues, las traiciones, incongruencias, desórdenes y locuras con que los demás impactan en nuestra vida no son sino reflejo de algún tabú acerca de la libertad y la osadía que acaso ya anidaba en la propia familia. En esta casa, sin embargo, lo que inicialmente se percibe es que esas actitudes indeseables del “otro” son un accidente o una casualidad, algo que interfiere en mi vida sin que se haya hecho nada para atraerlo.

Así, pues, lo que ese “otro” me hace, me engaña, me traiciona, me oculta, me miente o me quita, parece dado por las debilidades, anomalías, rarezas de él. En definitiva: por algo que parece producido por él. Esta percepción, que atribuye al otro algo que me afecta seriamente, debe dar paso a una toma de conciencia que incluya la posibilidad de que mi actitud haya estado participando en que el otro se comporte conmigo de esa manera.

En realidad, no es que el otro se haya comportado conmigo de esa manera, sino que el marco creado por la alianza contenía el caldo de cultivo para que eso sucediera. En ese caldo están las actitudes de ambas partes y, especialmente influyendo, aquéllas que uno suele marginar por temor a volver a encontrar la falta de comprensión por parte del mundo adulto que uno encontró en su niñez.

Así, pues, la posición de Lilith en Casa VII es una invitación a contemplar factores imprevisibles en la propia personalidad. En este punto, el papel de Príapo en Casa I nos ayudará a calibrar hasta qué punto uno ha hecho las paces con el niño interior. Si una persona, con Príapo en Casa I, se obliga a comportarse como un adulto corriente y moliente, a la vez que reprime su lado infantil, ahí veríamos cómo ella misma está abonando el terreno para atraer o fomentar la infantilidad en las personas que atrae.

Por el contrario, si ella acepta y experimenta estos mismos aspectos en su propia personalidad, lo más probable es que se acabe de dar cuenta de que lo que quería como (falsa) adulta en una relación no es lo que en el fondo anhelaba desde su yo infantil más profundo. Aceptarse imperfecto y experimentar la creatividad propia de los niños sanará sus lazos con los demás.

Lilith en Casa VII anhela un tipo de relación abierto, fresco, espontáneo, igualitario e, incluso, si se da el caso, promiscuo. Lilith pide una ampliación del presupuesto que abarque y honre esas partes tan peculiares de uno mismo y de los demás. Intentar forzar alianzas y formalizar las relaciones bajo un código adulto hecho de conveniencias y connivencias que excluya la igualdad, la pasión, lo inestable o lo imprevisto, puede favorecer el enfado del niño que llevamos dentro, el cual reaccionará contra las normas a través de recursos de alto impacto emocional hasta el punto, como ya hemos visto, de atraer o generar desorden y corromper o abortar la expectativa de felicidad ( artificial) que teníamos depositada en esas relaciones.

Ignorar esta parte infantil sagrada equivale a ignorar el motivo fundamental de todo vínculo profundo con la vida.

Lilith en Casa VIII – Príapo en Casa II

Lilith en esta Casa suele ser relacionada con pérdidas emocionales o acontecimientos de gran impacto emocional acaecidos en edad temprana, y ya sea por este factor o por algún otro tabú cultural que añade peso al primer hecho, lo cierto es que estas personas viven con una sombra que les va acompañando. El tabú social, comosi se tratara de un virus que contagia lo que toca, provoca que secuelas de aquellos acontecimientos noacaben de superarse del todo. Así, por obra y gracia de secretos y vergüenzas, algo que podría haberse gestionado con facilidad relativa, pasa a ser vivido como un lastre que pesa sobre emociones, motivaciones, relaciones y actitudes.

Esos secretos y silencios, actuando como mordaza sobre la propia capacidad para expresarse emocionalmente, acaban convertidos en rémora que genera una agresividad soterrada que va dirigida hacia múltiples direcciones, hacia el interior y hacia el exterior. El boicot a la alegría de vivir o la dificultad para compartir emociones son uno de los síntomas. El otro, más críptico, la disfuncionalidad de relaciones en el ámbito privado, afectivo y sexual.

Con Lilith en Casa VIII, el pacto que se establece con el silencio o con el tabú revierte en un desasosiego interior que puede manifestarse con intensidad inusitada en ámbitos y situaciones que, en principio, nodeberían guardar relación con el tipo de asunto que lo provocó en origen. Así, por ejemplo, una persona que tuviera a Lilith en Casa VIII, que se ha visto llevada a formar parte de un pacto sin ella quererlo, puede explotar en situaciones en las que siente que sus necesidades pueden ser vulneradas o manipuladas.

Aquí veríamos cómo un pacto contra natura (Lilith en Casa VIII), vivido inconscientemente como abandono, quebranto o traición, puede dar lugar a que la persona se moleste desproporcionadamente cuando una petición suya no es atendida ( Príapo en Casa II). Este último actúa como monitor del estado interno.

El eje LIlith-Príapo en estas Casas muestran claramente la dinámica que se establece entre aquella desprotección infantil que dio lugar a intensas disfunciones en las relaciones de familia, y las respuestas emocionales consiguientes cuando la persona ya es adulta pero todavía no ha resuelto la trama, ni pacificado los vínculos, ni restaurando o sistituido su verdadero lugar en el clan.

Así, pues, en pocas palabras, la trifulca ente nuestro niño interior y el código de conveniencias, silencios y secretos impuesto por el mundo adulto provocó en la persona una dificultad para captar la realidad de sus necesiddes y el lugar y el tiempo justos en donde poder satisfacerlas. Esto se debe a la desprotección y el cierre emocional que el pacto ocasionó. La automarginación emocional que la persona se impone, puesto que ella misma sintió que había sido marginada, sale al exteriro en forma de reivindicación desproporcionada sobre asuntos que podrían parecer nimios para los demás. Sin, embargo estas reacciones pueden ser tomadas como pista para saber hasta qué punto uno ha hecho las paces con el episodio original.

La evolución positiva de este eje lleva a la persona a desprogramar el pacto de silencio en el que se vio envuelta antes de poder protegerse emocionalmente de aquel episodio. El niño interior, que ha estado reaccionando mediante la autoexclusión, decide abrirse emocionalmente a los demás confiando en que su propia adultez le protege.

A partir de ese momento, en que la confianza y no la obligación es el fundamento de cualquier pacto, la participación es crecientemente fluida, encontando en ella la verdadera satisfacción y sentido de la vida que antes depositaba ( sin éxito) sobre asuntos más tangibles ( Príapo en Casa II). La cima de esta evolución es que los asuntos referidos al sostén material dejan de importar, a la vista de que la verdadera confianza y alegría de vivir procede del sostén emocional que en todo momento el mundo dispensa sin cesar.

Lilith en Casa IX – Príapo en Casa III

El foco existencial de Lilith en Casa IX está relacionado con el conocimiento oculto. O, mejor dicho, con un conocimiento que ha sido ocultado pero cuya presencia se palpa en el ambiente. Captar, aceptar y comprender esta ocultación, debido probablemente a asuntos que cuando se produjeron alteraron el ecosistema familiar, resulta de primordial importancia para la desenvoltura, desarrollo personal y bienestar emocional de quien tenga a Lilith en esta Casa.

Entre tanto no se localiza el foco de este conflicto y se pacifican los lazos con aquel acontecimiento y con las personas que participaron en él, la persona suele gastar mucha energía en defender sus emociones por la vía moral, ética o intelectual: es decir, por la boca ( Príapo en Casa III). En realidad mientras el buscado no está del todo preparado para encontrarse con lo buscado, éste tarda en llegar o se resiste desviando la atención hacia teorías y disquisiciones acerca del objeto de la búsqueda hasta hacer que aquéllas hagan de eclipse como, por ejemplo, a través de sofisticaciones lingüisticas.

Sin embargo, el instinto es crucial en este proceso. Es un instinto que arrasa con teorías, creencias y suposiciones. Descubrirlo en su virginal elementalidad es el verdadero objetivo en este eje. La persona sabe que debe dejar de perder energía con argumentos orientadas a contentar a los demas sin embargo los automatismos la llevan a perpetuar los contenciosos que superar.

Así, pues, la expresión no evolucionada de este eje suele coincidir con personas que tratan de evitar que algo se sepa y haga público. De vez en cuando emerge una actitud sorprendente por lo diáfana y transparente que, posiblemente, resulte chocante para los demás por los contenidos que emergen expresados casi sin palabras. Se trata de captar y expresar un conocimiento en crudo, sin edulcorar y fuera de toda conveniencia o connivencia con respecto a códigos y normas. Consiguientemente, la expresión evolucionada de este eje proporciona una serenidad de espíritu que no necesita defensa, ni religión o ideología con que justificarla.

La persona capta el mundo sin censura y sin crítica, con plena aceptación y con una visión que se sitúa por encima de contingencias. Desde esta perspectiva, una vez eliminadas todas las expectativas idealizadas acerca de los comportamientospropios y ajenos, la actitud que antes criticaba y censuraba pasa ahora a ser profundamente compasiva y caritativa en un estado de fluidez que permite y fomenta que sea el conocimiento, y no nosotros, el que nos lleve y ubique en la vida.

El papel de Príapo en Casa III nos sirve para calibrar el grado de pacificación interna o, por el contrario, la agitación con la que se vive el contacto con el mundo. Con este eje, una persona puede saber el grado de evolución en función de la intensidad de enfado con la que se perciben las actitudes propias y ajenas. Está claro que una persona que tenga a Lilith y a Príapo en este eje de Casas mostrará una mirada sumamente escrutadora y aguda que se fija en las actitudes mezquinas, en la corrupción en la forma de gestionar los asuntos, en las debilidades que no tolera, en las contradicciones, en los engaños, en los ambajes, en las ocultaciones.

Una persona poco pacífica internamente, verá y vivirá las actitudes propias y de otras personas como estímulos que ayudan a intensificar la guerra interna. Sin embargo, aquí, de lo que se trata, como decíamos, es de conquistar una mirada, aunque igualmente profunda y lúcida, compasiva, que permita ayudar y recibir ayuda. Puesto que la contradicción es propia de la especie humana, aceptémosla amorosamente.

La Casa III es la del lenguaje y de la comunicación. A través de cómo son expresadas las palabras podremos percibir la calidad de relación entre los elementos del cosmos interno. La comunicación externa es un reflejo del modo en que estos elementos internos se comunican entre sí. Ahí podríamos captar si hay guerra o paz interior, orden o caos; fluidez o bloqueo; simpatía o antipatía entre partes de nosotros mismos.

Si las palabras son utilizadas como autodefensa, entonces el diálogo se hace pobre, reaccionario, inconexo e incoherente y, a la vez, atrae estas mismas carencias del mundo exterior. Por el contrario, si las palabras son adoptadas como vehículo que procura y facilita la sinceridad y la conexión entre los ámbitos internos y externos, loque se obtiene del munco es eso mismo.

Quien tenga a Lilith en Casa IX puede vivir una tensión interna animada, por un lado, por el anhelo de percibir el mundo con la inocencia y la claridad con la que lo haría un niño y, por el otro, por los tabúes con que ha sido educado y orientado para poder encajar en las clasificaciones y códigos del mundo adulto. Sin embargo, aún siendo esta Casa la de la filosogía moral, hay que considerar que ésta viene condicionada por la de la generación anterior. Es posible que, con Lilith en Casa IX, se haya vivido una relación distorsionada o incoherente con la religión, la ética y los valores que, bajo una cierta etiqueta, se consideren deseables y honrosos.

Sin embargo, cuando un sistema de creencias transmitido por los progenitores impide o choca con el emerger de un potencial que pide otro marco moral o filosófico, es entonces que se vive una discordia interior que dificulta la comunicación y la coherencia entre tanto no se hace un destilado profundo acerca de toda la gama de motivaciones. Así, pues, es función de Lilith en Casa IX generar la tensión necesaria que vaya derribando los muros de contención que han estado impidiendo la expresión plena.

A menudo, tras una creencia – o tras la pertenencia a una comunidad que la profesa – pueden subyacer historias ancestrales no resueltas, exilios interiores, desgajes y otros misterios difíciles de entender. Sin embargo, como si se tratara de un exorcista, lo que a una persona le puede ineteresar es llegar a ser capaz de captar que hay más motivos de unión que de separación. La misión de alguien con Lilith en Casa IX es esta: hacer emerger las emociones reales poniendo en claro lo que otros no hicieron.

Así, pues, el eje formado por Lilith y Príapo en este par de Casas debe formular como cometido primordial la transgresión de creencias que estar provocando esclerosis emocinal o que etiquetan, dividen e impiden el contacto liberador con el mundo. La palabra, conquistada y adoptada como vehículo que procura la fluidez emocional, promueve el conocimiento de lo real y ayuda a dejar atrás prejuicios, contenciosos y actitudes reaccionarias.

El descubrimiento que subyace en este eje, más que un razonamiento, es la recuperación de lo instintivo como guía de la propia vida. De este modo, el mundo personal, ya pacificado, deja de actuar como muralla que separa y se convierte en puente que facilita la unión. A partir de este momento, el paradigma del nuevo mundo girará en torno a la liberación de las personas. Atrás deben quedar aquellas clasificaciones que dividían, clasificaban y ocultaban. El conocimiento, ya liberado del miedo que lo mantenía amordazado, emerge sin ser buscado.

Lilith en Casa X – Príapo en Casa IV

Lilith en Casa X pone en evidencia la discordante relación entre las aspiraciones de un individuo y las posibilidades de desarrollo que las plataformas sociales convencionales suelen ofrecer. Esta posición señala que en la relación entre quien tiene a Lilith en Casa X y la sociedad de su tiempo confluyen valores contrapuestos. Sin embargo, este desencaje conlleva una via de conocimiento nada desdeñable, en especial si uno no se deja apresar por el agravio comparativo generado por tal discordancia. Se trata, pues, de transgredir tal agravio y la agria indiferencia mutua con que suele transcurrir esta relación hasta descubrir qué puede haber más allá.

El camino de quien tiene a Lilith en Casa X es el conocimiento de la sociedad- y de uno mismo – más allá de si se obtienen de ella recompensas, promociones o privilegios. La clave es llegar a descubrir que lo que a uno le anima no es el ser reconocido, sino la libertad de moverse sin quedarse esperando nada en concreto. MIentras este hecho no toma su lugar, las luchas internas se presentan con frecuencia recurrente eclipsado y tergiversando el auténtico vínculo con la vida y con la sociedad que a uno le ha tocado vivir. El lugar que a uno le corresponde requiere de una transgresión integral que comienza en el propio interior.

Así, pues, el mandato relacionado con Lilith en esta Casa no es obtener reconocimientos, premios y honores, por más merecidos que sean, sino acercarse a los códigos espirituales que se encuentran más allá de las convenciones sociales. Este acercamiento le llevará a percibir que los códigos externos que criticaba también están en su interior, inculcados e interiorizados a través de ese caldo de cultivo inicial que es la familia. Más adelante, al profundizar en la percepción, se dará cuenta de que el asunto viene de más atrás y de más adentro.

A la persona le motiva más la esencia que la forma. Otra cosa es que se dé cuenta y sepa mantener sus emociones en congruencia con este motivo. Como forma parte de ella, le interesará comprender, más que juzgar, a una sociedad que en primera instancia se le presenta como injusta. Una vez afianzado este paso, captará que el lugar que uno ocupa en la sociedad es fruto de un pacto muy profundo que se formuló más allá de la voluntad consciente.

Con Lilith, este pacto está más allá de cualquier pretensión de control consciente. Para llegar a él habría que hacerlo utilizando una vibración más sutil y profunda. Una buena pista sería trascender la crítica que se suele proyectar como paliativo de la frustración por el reconocimiento que no llega o, si llega, no satisface: cerrar los ojos y re-imaginarlo todo desde el fundamento de los propios deseos profundos, aquéllos que ya estaban anidados desde mucho antes de ser conscientes de ellos.

Para obtener una porción mayor de comprensión de Lilith en la Casa X nos interesará tomar como referencia-espejo la posición de Príapo en Casa IV. De este modo comprobamos cómo la peculiar relación entre individuo y sociedad es una réplica del cosmos familiar.

Con Lilith en Casa X nos encontramos con el individuo cuyas aspiraciones sólo pueden ser plasmadas y reconocidas por un códico de valor que está más allá de las plataformas y balanzas con que se aquilata la valía aparente de las personas. En cambio, con Príapo en Casa IV nos encontramos con el escenario doméstico y familiar: la relación con la familia y el lugar que uno ocupa en ella constituye el marco en donde más crudamente se manifestará ese desencaje entre códigos de valor.

Esta relación es la caja de resonancia en donde podemos calibrar si tal pacificación ha tenido lugar. En efecto, Príapo en Casa IV es una ayuda para captar y valorar hasta qué punto una persona ha resuelto su conflicto interno con la sociedad. Un vínculo incompleto o deteriorado quedará proyectado sobre la familia. Por la misma razón, todo cambio que se opere en un ámbito repercutirá en el otro.

Con Lilith en Casa X se suelen vivir como conflictos propios determinados aconteceres sociales externos. Como si la persona fuera ella misma un barómetro que captara y amplificara el descontento social en el que se enmarca su vida interna, huye de este impacto intentando encontrar la paz en un mundo que se anhela y busca más allá de las circunstancias próximas. Este desencaje con respecto a lo social no es diferente del desencaje que se experimenta en la esfera familiar. Se vive en la profesión lo que se vive en el ámbito de las emociones que dan carácter al vínculo familiar.

Así, pues, si hay una tendencia al ostracismo social, también la hay en el emocional y familiar. Así, pues, una tendencia promiscua, errática, centrífuga o contradictoria en el currículo profesional puede estar dando valiosas pistas acerca del clima emocional con el que percibe su lugar en la familia. El enfado interior, que aquí se percibe como una dejación o tendencia a boicotear las oportunidades profesionales, es, en realidad, un boicot a las expectativas que los padres proyectaron sobre uno. Sin embargo la intensificación de este enfado es necesaria para ese despertar espiritual a través del cual puede descubrirse el verdadero motivo por el que uno está aquí.

Lilith en Casa IX- Príapo en Casa V

El área temática de nuestra vida relaatada por esta Casa gira en torno a cómo con nuestros amigos; qué proyectos o ideas compartimos con ellos; qué características nuestras se reflejan en ellos; qué características nuestras se reflejan en ellos; y qué características suyas se reflejan en nosotros. La sociedad y sus movimientos descurren en paralelo a nuestro devenir. Nestros amigos, sus embajadores, nos onen sobre aviso acerca de cómo estamos nosotros por dentro. Sin embargo, para entender hasta qué punto lo que percibimos y cantamos de los demás ya formaba parte de nosotros mismos, nos irá muy bien contar con los significados de la Casa V. Lo comprobaremos seguidamente.

Antes de ello podríamos reflexionar acerca de las razones por las que buscamos en los demás el complemento y apoyo que facilite en nosotros el alcance de objetivos que solos no podemos conseguir. Probablemente una de las razones es que buscamos en y con los demás lo que nosotros creemos no tener o lo que creemos no poder conseguir. Y por otro lado, y esta es una de las cuestiones de Lilith en esta Casa, somos más proclives a idealizar o demonizar a otras personas que analizar con neutralidad y frialdad nuestra conducta.

Así, pues, lo que esta Casa señala apunta a características que nos resultan más fácil de localizar e identificar en los demás que en nosotros mismos. Sin embargo una vez tomada conciencia de este hecho, obtendremos una mayor perspectiva y profundidad a lo experimentable en esta Casa. Conquistada esta óptica, los encuentros con personas, y los comportamientos de éstas, actúan como presagio de descubrimientos, más que externos, internos.

Las personas que tienen a Lilith en Casa XI son muy sensitivas al grado de honestidad con que son tratadas por los demás; a la autenticidad de intereses y afectos; y a lo límpias y diáfanas que sean sus relaciones. Sin embargo, en esta Casa, con Lilith en ella, son de esperar acontecimientos y encuentros con personas que, como consecuencia de esta misma sensitividad, tienen una visión tan crítica de lo que acontece en la sociedad que no les cuesta nada autodestruirse perjudicándose a sí mismas o despreciando o saboteando oportunidades y relaciones que hubieran podido ser constructivas.

Lo habitual es el anhelo inconsciente por un paraíso perdido y lejano. Podría decirse que la sensibilidad agraviada de estas personas hace que vean en la interacción con la sociedad un juego hipócrita en donde se instrumentalizan egoístamente sentimientos, ideas y vidas.

Por otro lado, y esto es lo chocante, sepercibe un comportamiento normal combinado con esta sensibilidad hipercrítica en forma de comportamiento infantil que emerge a destiempo: enfados, rabietas, escisiones y sabotaje a la cooperación.

Las personas que tienen a Lilith en Casa XI están muy expuestas a que la actitud extraña y excéntrica de otras personas interfiera negativamente en su vida. Sin embargo, el comportamiento que se hace evidente en los demás actúa como presagio de rarezas propias acaso no suficientemente reconocidas. Así, pues, una expresión no evoluciona de Lilith en esta Casa es habitual encontrársela en personas interesadas en ideas y grupos disconformes con el orden social pero que pierden repentinamente su unidad debido a actitudes egocéntricas, dogmáticas o manipuladoras.

La escisión impide que los efectos de la acción generen fruto y llevan a la persona a plantear qué es lo relamente renovador. La evolución personal llevará a retirar la idealización que se había estado proectando sobre el factor ideológico como elemento transformador. En su lugar, la creatividad debe ser la protagonista de la nueva orientación vital.

La posición de Príapo en Casa V nos ayudará a entender este hecho. La creativdad, el juego y el disfrute pueden ser los elementos que contribuyan a generar un clima propicio para la transformación interior, mucho más que los actos e ideas que pretenden cambiar la sociedad tan sólo desde las formas y las ideologías.

Con la Casa V nos damos cuenta de que el cambio sobreviene cuando uno descubre el gozo como motor de agitación y motivación que eleva la vibración del grupo. Una vez eliminado todo de deseo de trascendencia, habiendo propugnado el cambio social como factor de bienestar para las personas, uno se da cuenta de que lo que anheló fue una forma de narcisismo colectivo que, más que propulsar la transformación, la impedía.

Así, pues, con Lilith en Casa XI uno percibe en el comportamiento infantil de los demás trazas de la propia infancia no del todo apurada o vivida a fondo. Lilith en Casa XI proyecta el enfado interior sobre asuntos colectivos que no pueden cambiar ni satisfacer. La injusticia que pretende uno eliminar del mundo pasa por saber escuchar el anhelo del niño interior por sentirse querido.

Es posible que muchas de las razones por las que planteamos la necesidad de cambios sociales son en realidad proyección de anhelos o vocaciones frustradas o, más aún, necesidades todavía más básicas como, por ejemplo, la caricia y el abrazo que unen y que uno anhela experimentar con plenitud. Es entonces que uno descubre que la rabia reivindicativa proyectada hacia el exterior a través de causas colectivas únicamente puede drenarse a través de un retorno a las razones del niño que uno fue y sigue siendo.

Es entonces que, con Lilith en Casa XI, comprendemos que podemos estar proyectando sobre el mundo exterior una idea de futuro que compense lo que en el pasado no fue satisfecho en el ámbito personal. Empezando por lo elemental, recuperando el gozo de vivir seduciendo y no reivindicando, es cuando uno ve nacer en el interior de sí mismo todo aquello que esperaba obtener desde el exterior. Es la necesidad infantil de atención no satisfecha ( Príapo en Casa IV) la que luego aparece como enfado exteriorizado ( Lilith en Casa XI) en forma de idealizaciones que se proyectan como anhelo de cambio colectivo que acaba siendo frustrado, reflejo acaso de aquellas frustraciones, escisiones y decepciones primigenias.

La gran transgresión ya no consiste en cambiar el mundo externo sino darse a uno mismo la oportunidad de recibir y dar amor con la sencillez y espontaneidad del niño aquel que es y que otros ignoraron cuando más necesitaba de atención. Sólo así se recomponen las piezas escindidas. Sólo así nos unimos gozosamente a la vida.

Lilith en Casa XII – Príapo en Casa VI

La posición de Lilith en Casa XII augura un impulso por vivir en un limbo, en un oasis ilimitado, en un mundo unificado que funciona sin conceptos ni palabras, códigos, separaciones o diferencias. La tendencia a separarse, irse o recluirse es proporcional al deseo de flotar en ese limbo en donde el yo, los demás y la naturaleza son un Todo indiviso, en donde nadie mira ni catalogaa nadie porque todas las cosas son Una.

En ese mundo anhelado no hay nombres, ni actitudes indagatorias acerca del otro porque, sencillamente, no existe separado de mi. Ese al que llamamos otro no es alguien diferente, sino yo mismo compartiendo una sensibilidad común. Ese mundo es pura esencia indivisa. Esencial, sin embargo, podría ser el anhelo si no fuera porque se trata de una reacción.

En efecto, la posición de Lilith en Casa XII es una respuesta a Príapo en Casa VI. Así, pues, el enfado interior proviene del propio cuerpo y de las habilidades – y, también, defectos- que a través de él mostramos al exterior. Por otro lado, es el cuerpo, especialmente sensitivo con esta posición, un pararrayos de la vida emocional colectiva – tanto la evidente como la no evidente- que llega a la psique a través de los sueños, percepciones y sensaciones tan vivas que pueden resultar trastornadas.

Por el cuerpo se nos ve, se nos juzga, se nos etiqueta y se nos utiliza. Uno de los motivos para entender el eje Lilith-Príapo en este eje de Casas es la frecuencia con que se ha producido en la infancia de estas personas un sentimiento de haber sido explotadas por la familia.

Como recuerdo y reacción ante esta situación, optan por ocultar o no utilizar sus capacidades y talentos – especialmente aquellos que resultan más placenteros o que puedan resultar vistosos para los demás-, y de este modo evitan volver a experimentar la sensación de explotación. Sin embargo, esta ocultación puede provocar que el cuerpo no pueda contener los procesos internos que, si no fuera por esas razones, expresaría con fluidez.

Así, pues, la pulsión por el anomimato y la desaparición puede provocar que el cuerpo acabe proclamando lo que su usuario quiere obviar. Estas personas rechazan todo protagonismo, incluso aquel que los demás les otorgan. Cuando esto ocurre, la reacción característica gira en torno a abominar de la vida pública y de cualquier tipo de visibilidad.

De este modo, invisibles,parecen moverse a gusto excepto cuando esta forma de actuar pone en peligro su salud. El cuerpo, pues, tiene unas razones para mostrar su necesidad de protagonismo que pueden no coincideir con el anonimato enel que la persona quiere vivir. Ahí es cuando viejos conflictos emergen con especial virulencia. En una situación comprometida para la propia salud, por ejemplo, la necesidad de contacto y ayuda pone en evidencia que estas tendencias evitativas son peligrosas para la integridad física y psíquica.

Otro detalle: la pulsión por el anomimato -especialmente cuando los demás anhelas su presencia- puede ser una forma de reivindicación para estas personas,comopara otras lo serían el reclamo evidente de atención y reconocimiento. Lilith en Casa XII suele suscitar actitudes de fuga que en realidad son reclamos infantiles de atención.

La posición de Príapo en Casa VI nos ayuda a calibrar cómo le va a la persona en el ostracismo con el que busca experimentar el anhelo sumo de unidad. En una fase poco evolucionada, el enfado interior de Lilith resuena en la posición de Príapo en Casa VI mediante enfermedades, molestias físicas inconcretas y eventualmente intensas,

estados de ánimo poco agradables, actitudes y síntomas cambiantes que desorientan a quien puede ayudar -a un terapeuta, a un amigo, a un padre, a una madre-; una resistencia a ser mirados, a cooperar, a nombrar las cosas por su nombre; una tendencia fuerte a procrastinar,a desatender las demandas cotidicanas concretas; a provocar inconscientemente un empeoramiento de las circunstancias, de las relaciones; etcétera.

Sin embargo cuando la persona acepta que su rareza y peculiaridad -que hasta entonces vivía y defendía con orgullo- puede derivar en autodestrucción, es cuando empieza a dar el paso para alcanzar la excelencia. Al clarificar su actitud emergen los dones y los privilegios relacionados con este eje. Lapersona descubre que su capacidad para ayudar a los demás crece en proporción a la paz con la que vive las circunstancias de las que pretendía huir; y la salud mejora puesto que actúa desde la mente profunda, ya descongestionada de aquel enfado infantil y ya disponible para actos más constructivos.

Príapo en Casa VI provee de un sexto sentido que ayuda a detectar situaciones que pasarían desapercibidas para el resto de las personas. Otorga una capacidad para percibir todo un mundo en un pequeño gesto; para captar la necesidad de ayuda en otra persona antes de que ésta sea consciente de su propio dolor. El eje formado por Lilith en Casa XII y Príapo de Casa VI es muy habitual en personas de gran empatía. Otra cosa es si esta cualidad se vive como un lastre o como gozoso don.

Príapo en Casa VI alberga un recurso que puede pasar inadvertido si nos mantenemos enfocados en la posición de Lilith en la Casa opuesta: una gran habilidad natural para proyectar emociones sobre el mundo material a través de actos sutiles y sensibles a través del propio cuerpo. La capacidad para transformar y elevar un elemento que, de otra manera, sería uno más de la rutina de cualquier otro individuo, es un don que ha podido quedar descuidad y que resulta altamente descongestionador para la energía enfadada propia de Lilith. Cuando la persona reprime -por autocensura o baja autoestima- estas facultades naturales, se desvía hacia el polo contrario.

Así, pues, retomar el contacot físico con el mundo ( Casa VI) puede resultar clave para que las capacidades ocultas no se utilicen estéril o autodestructivamente ( Casa XII).

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